Aracne, la tejedora de Lidia, fue famosa por desafiar a la diosa Atenea y alardear de su habilidad en el tejido. Desafiando a los dioses, Aracne creó telas hermosas que rivalizaban con las de Atenea misma. Sin embargo, al enterarse de este desafío, Atenea se disfrazó de anciana y desafió a Aracne a un duelo de tejido. La arrogancia de Aracne no tenía límites, y en la competencia, su habilidad no podía ser negada. Al final, Atenea quedó impresionada y furiosa, causando que Aracne se arrepintiera de su audacia. Atenea, en su ira, transformó a Aracne en una araña, condenándola a tejer para siempre. La lección sobre el respeto a los dioses quedó marcada en la historia de Aracne, sirviendo como advertencia para aquellos que subestiman a los seres divinos. Aunque Aracne pagó un alto precio por su temeridad, su habilidad como tejedora se mantuvo, dejando un legado de belleza y araña en la mitología griega.
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