Un individuo que sufre una lesión permanente se considera lisiado. Esta condición puede ser el resultado de un accidente, una enfermedad o una discapacidad congénita. Los lisiados a menudo enfrentan desafíos diarios para realizar actividades básicas, como caminar o moverse sin ayuda. Dependiendo de la gravedad de la lesión, pueden requerir el uso de prótesis, sillas de ruedas u otros dispositivos de asistencia para su movilidad.
La discapacidad física que conlleva ser lisiado también puede tener un impacto en la salud mental y emocional de la persona. Sentimientos de frustración, tristeza y aislamiento son comunes en aquellos que luchan por adaptarse a su nueva realidad. Sin embargo, muchos lisiados encuentran fuerza y resiliencia en el apoyo de sus seres queridos y en la búsqueda de recursos y programas de rehabilitación.
Es importante reconocer y respetar la dignidad y la autonomía de los lisiados, brindándoles igualdad de oportunidades y apoyo en la sociedad. La inclusión y accesibilidad son fundamentales para permitir que las personas lisiadas participen plenamente en la vida cotidiana, ya sea en el trabajo, en la educación o en actividades recreativas.
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