El epicarpio es la capa externa de un fruto que lo protege del entorno y colabora en su dispersión. También conocido como la piel del fruto, esta capa puede variar en textura, grosor y color dependiendo de la especie. El epicarpio puede ser liso, rugoso, espinoso o vellosos, ofreciendo una barrera física que ayuda a proteger la pulpa y las semillas en el interior del fruto.
En algunos casos, el epicarpio puede contener pigmentos que le dan al fruto un aspecto llamativo, atrayendo a los animales encargados de dispersar las semillas. Además, puede tener propiedades repelentes o incluso tóxicas para proteger al fruto de ser consumido por otros organismos.
Por lo tanto el epicarpio es una parte esencial de un fruto, proporcionando protección, atracción y dispersión, y contribuyendo a la supervivencia de la planta.
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