El Concilio de Clermont, realizado en 1095 en la ciudad de Clermont-Ferrand en Francia, fue un evento crucial que desencadenó la Primera Cruzada. Fue convocado por el Papa Urbano II con el objetivo de unificar a la Iglesia Católica y responder a la petición de ayuda del emperador bizantino Alejo I contra los selyúcidas en Tierra Santa.
En su famoso discurso, el Papa Urbano II hizo un llamado a la cristianidad a tomar las armas y emprender una cruzada para liberar Jerusalén y los lugares sagrados del dominio musulmán. Sus palabras resonaron en miles de personas, desatando un fervor religioso y amor a la tierra santa, generando una movilización de masas hacia el este.
El Concilio de Clermont se considera un hito importante en la historia europea, ya que marcó el inicio de las cruzadas y tuvo un impacto significativo en la política, la religión y la cultura de la época. Esta reunión eclesiástica en Clermont-Ferrand ha dejado un legado duradero en la memoria colectiva, marcando el inicio de un período tumultuoso en la historia medieval.
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