El dióxido de carbono (CO2) es un gas esencial para la vida en la Tierra, pero también es un importante contribuyente al efecto invernadero. El efecto invernadero es un fenómeno natural que mantiene la temperatura adecuada en nuestro planeta al atrapar parte del calor solar. Sin embargo, la actividad humana ha aumentado la concentración de CO2 en la atmósfera a niveles nunca antes vistos, debido a la quema de combustibles fósiles, la deforestación y otros factores.
Este aumento de CO2 está provocando un calentamiento global y cambios climáticos significativos. El CO2 actúa como una manta térmica al atrapar el calor infrarrojo y evitar su escape hacia el espacio. Como resultado, la temperatura promedio de la Tierra está aumentando, lo que provoca derretimiento de los casquetes polares, aumentos del nivel del mar y eventos climáticos extremos más intensos y frecuentes.
Es crucial reducir las emisiones de CO2 y encontrar formas más sostenibles de producir y consumir energía. También es importante proteger y restaurar los ecosistemas naturales, como los bosques, que pueden absorber y almacenar grandes cantidades de CO2. La mitigación del dióxido de carbono es fundamental para limitar los impactos del cambio climático y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.
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