El plástico es un material ampliamente utilizado en nuestra sociedad debido a sus propiedades versátiles y duraderas. Sin embargo, su principal desventaja radica en que la mayoría de los plásticos son derivados del petróleo y no son biodegradables. Esto significa que tardan cientos de años en descomponerse, generando un impacto ambiental negativo.
Su producción y consumo desmedido han llevado a la acumulación de residuos plásticos en nuestros océanos, ríos y tierra, causando la muerte de vida marina y afectando los ecosistemas. Además, la incineración de plásticos libera gases tóxicos que contribuyen al cambio climático.
Es crucial tomar medidas para reducir la producción y el consumo de plásticos no biodegradables. Las alternativas incluyen el uso de plásticos biodegradables, reutilización, reciclaje y una mayor conciencia sobre el uso responsable de este material.
La educación y la legislación son fundamentales para impulsar cambios en la gestión de residuos plásticos y fomentar una transición hacia una economía circular, donde los desperdicios se minimicen y se promueva la sostenibilidad ambiental. Por lo tanto el plástico no biodegradable es un problema ambiental global que requiere de acciones concretas para mitigar su impacto negativo.
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